Una bomba de tiempo a lo largo de la historia, la gente ha transportado organismos de un lugar de la Tierra hacia otro, haciendo que estos superen barreras geográficas de difícilmente que hubieran traspasado por sí mismos. El impacto negativo de estas inserciones es casi siempre la pérdida de biodiversidad y todas sus secuelas (erosión, pobreza, aumento de la inmigración a las grandes ciudades, entre otras). Es evidente que en el Ecuador el fenómeno masivo de introducción de especies comenzó durante la conquista española y que desde entonces se ha incrementado. A finales del siglo XIX se importaron plantas como el Pino o el Eucalipto, y más recientemente, en el siglo XX, la Palma Africana, el avestruz, la rana toro, la trucha, las bacterias para hacer yogurt, el kikuyo, entre tantas otras especies. A comienzos del tercer milenio, hay en el país 600 especies de plantas vasculares introducidas y el número de animales y microorganismos exóticos es desconocido.
En Galápagos la introducción de animales y plantas ha tenido graves impactos. Allí, las especies nativas como las tortugas terrestres, los piqueros o los lobos marinos evolucionaron en ausencia de depredadores como gatos, perros o ratas, y por lo tanto son fácil presa de estos animales. Esta llegada de nuevos organismos ya ha causado extinciones de algunas especies de roedores de esas islas que no han sobrevivido a esta competencia. Las especies introducidas en Galápagos no solamente son un problema para las nativas; también lo son -en el largo plazo- para la gente del Archipiélago que vive del turismo y cuyos ingresos dependen de la existencia de las especies nativas, de los sobrecogedores paisajes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario